AMARRAS
Aquel barco llevaba allí años y años.
Un día, una gaviota le preguntó al marinero: - ¿Por qué no zarpas nunca?, ¿por qué mantienes siempre tu barco aquí? ¿Acaso te da miedo navegar? - Nada más lejos –respondió éste–. Es porque lamentablemente no puedo. Hace años eché el ancla y ésta se quedó atascada entre las rocas del fondo. Lo intenté todo, pero no pude soltarla. No me gusta vivir aquí, preferiría estar en alta mar, pero el destino ha querido que me quede. Un muchacho subió entonces al barco de la mano de un niño pequeño. - Abuelito, ¡ya hemos llegado! Fue entonces cuando la gaviota entendió por qué el marinero no había cortado sencillamente la cuerda. |